JACTANCIA
¿A quien le gusta escuchar a su vecino jactarse de todos sus logros? Mucho menos a Dios, quien nos ha dado todo, incluyendo la fuerza, voluntad, habilidades, sabiduría y la vida misma. Por esa razón la salvación no es por nuestras obras, “no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:9) Dios no quiere escuchar que le digamos que tan buenos somos. Él ya sabe cómo somos y dice “Por cuanto todos pecaron…” (Romanos 3:23) La manera de los hombres para salvarse es por medio de sus buenas obras, o acumular puntos y luego ser alabado por eso. Pero la manera de Dios para la salvación es únicamente por los méritos de su Hijo, y ésta es la única manera que Dios recibe el pago y ¡todos debemos estar agradecidos con él por esto! “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.” (Romanos 3:27-28).
Es increíblemente difícil para algunas personas dejar a un lado sus esfuerzos religiosos en lugar de sólo confiar en Cristo para su salvación. Pablo decía: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo…” (Filipenses 3:7-9) La Biblia dice: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.” (Isaías 64:6)
Hay quienes llevan cargando con ellos una especia de “bolsa espiritual” de buenas obras que ellos han hecho: ellos dan a los pobres, son fieles a sus esposas, no hablan mal de nadie y muchas buenas obras más. ¿Es esto malo? En realidad, es maravilloso excepto por una cosa, ¡el hacer eso no perdonara ninguno pecado! Un hombre me dijo “Pastor, yo hice una oración en mi iglesia y ahora hice una oración en su iglesia, ¡usted debería estar feliz!” Usted le puede pedir a Cristo que lo salve mil veces, pero si no confía en él para hacer esto, usted no ira al cielo cuando usted muera. “y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:30-31) No sélo crea quien es Él, en su existencia, sino ¡crea en él para salvación! Para que se pueda hacer esto se debe dejar a un lado sus buenas obras para confiar en él. La jactancia es orgullo y es pecado.
“Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.” (Lucas 18:10-14) Ambos hombres creían en Dios, ambos oraron a Él. Pero uno se jacto de sus buenas obras para Dios, mientras que el otro reconoció que era un pecador (Romanos 3:23, ¡…todos pecaron…!). Uno no pidió nada, pero el otro que Cristo le declaro “justificado” pidió “misericordia”, y fue “justificado”. Yo le pedí a Dios misericordia cuando yo tenía 23 años, ¿Qué hay de ti?
¿A quien le gusta escuchar a su vecino jactarse de todos sus logros? Mucho menos a Dios, quien nos ha dado todo, incluyendo la fuerza, voluntad, habilidades, sabiduría y la vida misma. Por esa razón la salvación no es por nuestras obras, “no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:9) Dios no quiere escuchar que le digamos que tan buenos somos. Él ya sabe cómo somos y dice “Por cuanto todos pecaron…” (Romanos 3:23) La manera de los hombres para salvarse es por medio de sus buenas obras, o acumular puntos y luego ser alabado por eso. Pero la manera de Dios para la salvación es únicamente por los méritos de su Hijo, y ésta es la única manera que Dios recibe el pago y ¡todos debemos estar agradecidos con él por esto! “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.” (Romanos 3:27-28).
Es increíblemente difícil para algunas personas dejar a un lado sus esfuerzos religiosos en lugar de sólo confiar en Cristo para su salvación. Pablo decía: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo…” (Filipenses 3:7-9) La Biblia dice: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.” (Isaías 64:6)
Hay quienes llevan cargando con ellos una especia de “bolsa espiritual” de buenas obras que ellos han hecho: ellos dan a los pobres, son fieles a sus esposas, no hablan mal de nadie y muchas buenas obras más. ¿Es esto malo? En realidad, es maravilloso excepto por una cosa, ¡el hacer eso no perdonara ninguno pecado! Un hombre me dijo “Pastor, yo hice una oración en mi iglesia y ahora hice una oración en su iglesia, ¡usted debería estar feliz!” Usted le puede pedir a Cristo que lo salve mil veces, pero si no confía en él para hacer esto, usted no ira al cielo cuando usted muera. “y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:30-31) No sélo crea quien es Él, en su existencia, sino ¡crea en él para salvación! Para que se pueda hacer esto se debe dejar a un lado sus buenas obras para confiar en él. La jactancia es orgullo y es pecado.
“Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.” (Lucas 18:10-14) Ambos hombres creían en Dios, ambos oraron a Él. Pero uno se jacto de sus buenas obras para Dios, mientras que el otro reconoció que era un pecador (Romanos 3:23, ¡…todos pecaron…!). Uno no pidió nada, pero el otro que Cristo le declaro “justificado” pidió “misericordia”, y fue “justificado”. Yo le pedí a Dios misericordia cuando yo tenía 23 años, ¿Qué hay de ti?